La buena música es la que se te mete dentro y llega a algún lugar entre la columna vertebral y el esternón donde se encuentra con tus emociones y las moldea a base de caricias y uñas clavadas resultando un nuevo yo que es el mismo de siempre pero más auténtico y con la sangre de punta.
Allí el caos se prepara, el caos estalla; en las calles se derrite el asfalto.
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